sábado, 23 de septiembre de 2017

DISEÑO: CAUSAS Y AFECTOS


Planificar ejercicios es una de las tareas más trabajosas de un curso: hay que hacer un cuidadoso recorte de la realidad con variables controladas y así lograr que el estudiante haga un recorrido personal de aprendizaje. También hay que tener en cuenta que el mismo desarrollo creativo representa un factor indeterminado, un desafío que le agrega novedad -e inseguridad- a las clases. (Y es correcto que así sea.)

Mas aún, cuando el TP está pensado en función de un problema concreto y real -no ficticio- la motivación puede ser mayor. El riesgo es mayor, pero la ganancia es mas significativa. Es una gran experiencia movilizadora, donde las ganas, los temores y otros temas relacionados con lo emocional pueden salir a la escena del diseño.

Diseño, efectividad y sentimiento, estos son los aspectos que destaco del proyecto que paso a a detallar: en los primeros años de la década del 90, un grupo de alumnos y docentes de cátedra del profesor Marcelo Llosa (que sucedió a Norberto Coppola) pintábamos la fachada de la Escuela Nro. 12 DE 9 "Gran Mariscal del Perú Ramón Castilla" en el barrio de Colegiales. Era la conclusión de un Trabajo Práctico de Diseño III, un aporte de la Universidad Pública a la Educación incial, cumpliendo parte de su misión institucional.

Así quedó la fachada cuando se terminó el proyecto, en 1992.

 

Durante parte del año, los alumnos en grupos (uno de los eternos inconvenientes a la hora de trabajar) fueron relevando, bocetando, proponiendo cómo renovar y remozar el edificio de la escuela. Es importante destacar que el mismo tenía cierto estilo colonial, sobre todo en el motivo sobre la puerta de acceso, que debía ser respetado y destacado.

Un aspecto decisivo fue la predisposición de todos los participantes del proyecto, desde la dirección escolar, de la cátedra, de los padres, los alumnos, etc. No fue un proyecto simple, pero sin dudas, todos estos apoyos lo hicieron mas fácil.

La arquigrafía fue seleccionada por el cuerpo docente entre la producción de los alumnos, con presentaciones de fachadas, cortes y vistas. Esta es la única imagen que pude rescatar, en el que todavía aparece mucho trabajo manual.



Y todo el grupo de alumnos y docentes fue quien llevó adelante la producción. Entre otros, Tito Granata, Carlos del Río, Fernando Komel, Diego Pérez Lozano, Marcos Jakic, Osvaldo Plaza, Marcelo Llosa, Dante Salamon, Myrka de Lorenzi, Alicia Mouguelar, Leandro Kejval, Pablo García, Hugo Saracino, Luis de Tomaso, Verónica Adúriz... (hasta acá llega mi memoria).
Una gran experiencia, con espíritu colectivo, irrepetible.


La comunidad escolar incorporó el diseño como parte de su identidad en su blog, por ejemplo y lo podemos ver en comentarios en la web:
"se la conoce por dos nombres extraoficiales:
la escuelita de Conde (en obvia alusión a la calle
donde se encuentra) y la escuela de los lápices"

http://colegialesinfo.com.ar/2017/03/23/la-escuela-ramon-castilla/

Mas allá de muchos puntos que podemos analizar y bajo una visión personal, este ejercicio fue un puente que unió teoría y práctica: una demostración de que el diseño gráfico es una herramienta efectiva (afectiva) que puede aportar a la calidad del ambiente y por tanto, de vida. A que la gente lo sienta positivamente.

La respuesta de los usuarios fue muy buena, que se puede valorar y puede ser una medida de efectividad del DG.

No por casualidad, el diseño es mantenido igual a casi 25 años de su aplicación.